lunes, 25 de abril de 2011

Foto:  Wanda Acosta  (diciembre 2010)

En busca del cuadro sin nombre o el suceso de lo que siempre intento titular  es un work in progress iniciado en diciembre del 2010 dentro de la muestra colectiva Jóvenes Artistas Argentinos, Galería Departamento 21, Santiago de Chile, con la curaduría de Ana Gallardo.

El proyecto es la variación de la misma acción performativa en diversos lugares y tiempos, la que se apropia de un espacio abierto o cerrado de entre 6 y 8 m².
Espacios imaginados para abreviadamente habitarlos como un taller creativo, lugar donde se re-origina el material imaginario que forma la búsqueda hacia el cuadro sin nombre.

Las características de cada lugar serán las que insinúen el modo de incorporar el hábitat de aquel taller creativo, laboratorio real e imaginario para desarrollar una sesión específica de trabajo, y que es parte de la búsqueda del cuadro sin nombre.

Artistas:                               Teatro de lo Ausente + Mariela Scafati   (Chile/Argentina)
Nombre del Suceso:               - En busca del cuadro sin nombre o el suceso de lo que
                                            siempre intento titular -
Intento N° 1 de título:            - ...Y la belleza era todo aquello que silenciosamente,  
                                            clandestino y fugitivo nos había pasado cuando   
                                            la buscábamos… -
Nombre de la Instalación:       - Bordes de una fábula que pasó -
Presencias:                           Guillermo Jorge Alfonso, entre muchos.
Ausencias:                            Mariela Scafati, entre muchos.
Apuntes musicales:               Ángela Acuña.
Imagen/foto:                        Wanda Acosta.
Duración del Suceso:             14 minutos.
Preparación del Suceso:         50 minutos.
Producción:                          Ottava Traversa - Asociación Cultural (Venecia)


--->  El Suceso de lo que Siempre Intento titular...

         Mariela Scafati es una pintora, activista social y performer (Argentina).

Un día de primavera del 2001 pinta un pequeño cuadro que cuelga 
entre su almohada y el muro blanco de su habitación. Durante cuatro años aquel cuadro habita colgado, casi camuflándose en su cotidiano.

En Mayo del 2005, es invitada por primera vez a participar en una feria de arte, ARTEBA (Buenos Aires) donde junto a otras piezas suyas, expone aquel cuadro colgado, que posee franjas de diferentes colores, y que son del mismo ancho de los listones del bastidor que las contiene. 

El mercado se abalanza y el pequeño cuadro repentinamente es vendido.
Cautiva del romanticismo que se origina con el primer adquisidor de una obra propia, y mientras es fotografiada por el éxito, Mariela experimenta una sensación  que parece huírsele sin alcanzar a desenrollar...

En casi segundos, el joven decide llevarse el cuadro sin envolver, desvaneciéndose rápidamente entre la multitud. 

Inquietos los amigos de la artista, se acercan a averiguar lo sucedido, ya que han visto pasar precipitadamente a alguien que cargaba bajo el brazo con su cuadro despojado.

Pasa el tiempo. Y en su muro queda un tenue, casi imperceptible, contorno de 
            desaparición cercano a su almohada.
            Pasa el tiempo, y su muro es otra vez pintado de blanco, cubriéndose aquel rastro con un 
            sutil estado acromático.

Cuatro años más tarde, Mariela es invitada a la 7° Bienal del Mercosur (Porto Alegre 2009) donde extrañamente se siente impulsada a emprender la búsqueda de aquel cuadro que perdió y al que nunca dio nombre, o que quizás, una pulsión de distancia sumergió…

Evoca al cuadro desde el pabellón.
Lo aumenta al tamaño de un muro, amplificando su estado latente de distancia.


Recrea aquellas franjas... grandes, casi como pasillos en los que intentara contener una magnitud de tiempo y espacio.


Durante un mes, Mariela pinta 750 láminas de  papel de afiche.

A cada lámina le transmite uno de los colores del cuadro sin nombre. 

Distribuye las láminas de papel en cada una de las rutas de color, hasta formar la primera versión del cuadro reconstituido... pero casi fundiéndolo al muro blanco recreado...

Al segundo mes, agrega encima nuevas láminas de papel.

Así, a través de días distintos alcanza a formar 10 veces el mismo cuadro sobre sí mismo, constituyendo a diez capas que absorben la misma imagen.

Cada declaración de imagen, trasmite movimiento a la imagen que deriva, diluyendo el origen y transfigurando el destino.



Hasta que en un momento, la búsqueda del cuadro se aplaca. Mariela comienza a arrancar trozos de capas que reconstituyen a la pintura pérdida. 

Los concurrentes van acoplándose al acto, como si
sus presencias fuesen también una sucesión de pliegues confusos. 

Cada vez que se arranca papel se encuentra debajo el mismo color fraccionado.

Sólo algunas personas alcanzan aquel muro… brotando de la imagen agujeros blancos del tamaño de manos que escarbaban casi como si se dirigiesen al vacío.

            El cuadro sin nombre se reconstituía desde su nueva dimensión imaginaria, desgarrado por una insistente búsqueda, fragmentado por la memoria.
 


                Dos años después, insiste en la necesidad de buscar su cuadro.
Habitada por la experiencia anterior, toma el rumbo de fabular con lo que no existe y reside fuera de ella, tal vez un lector, alguien que contemple desde afuera, una tercera persona, un desconocido, un itinerario, un punto de fuga perdido fuera.


Así, reanuda esta nueva expedición, encomendándole la misión al Teatro de lo Ausente, cuando es atraída por su nombre y aparición. Una agrupación teatral gestada por el actor y performer Guillermo Jorge Alfonso (Chile), quien además se aproxima curiosamente a las características bosquejadas en los retratos de aquel que huyó con el cuadro... Croquis basados en las referencias recibidas de quienes vieron al joven cargar con el cuadro bajo el brazo, y que Mariela trazó para la búsqueda inicial...

El actor transitará los contornos de los sucesos acontecidos con el cuadro, para adentrarse en una búsqueda que intente traspasar hacia lo que pudiera existir debajo de esa pintura abstracta e imperceptible en otro tiempo.
A su vez, Guillermo, confía a la violonchelista y compositora musical Ángela Acuña (Chile), para que enhebre e hilvane las pulsaciones sonoras de este recorrido imaginario.

La secuencia del mismo suceso, reflexiona sobre las capas intangibles que constituyen a un cuadro sin nombre. Un cuadro que se desvanece mimetizándose en una cotidianidad.

Los artistas implicados concuerdan en entregar distancias diferentes para emprender esta nueva búsqueda, en relación a la distancia incógnita que hay entre una imagen y una presencia.

Las localizaciones causan un proceso creativo que examina los acercamientos con lo ausente. Dentro del cual, el tráfico constante de e-mails, cartas, fotos, llamadas o envíos postales, son fuentes de reinterpretación y apropiación sucesiva de un material creativo, cotidiano e íntimo que los conducirá a acechar la nueva dimensión imaginaria en donde aquel cuadro reside.

El trayecto de este proyecto a distancia, es una arquitectura de presencias y ausencias, un suceso de conexión que traspasa a otro, parte de una sensibilidad propia que se reconstituye desde otro alfabeto y energía aparecida en una indistinta presencia.


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Traducción y edición de texto:  
Reitze y Cía, Eleni Papaioannou  (Inglés)
Fabio Bozzato, Luca Core, Idoia Hormaza de Prada  (Italiano) 

Con el patrocinio de: 
Embajada de Chile en Italia
IILA - Instituto Italo-Latinoamericano de Roma

Auspician: 
Reitze y Cía - Corporate Translation Services (Chile)
Neon Stefanello (Venecia)
 
Agradecimientos:
Elena Piaggi, Giulia Sepe, Alexandra Oebel, Javier Silva, Massimo Premuda, Lesley Foster







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